TEATRO Y COMPROMISO SOCIAL

LUIS FERNANDO DE JULIÁN

Y EL TEATRO COMO COMPROMISO SOCIAL

Olivia Nieto Yusta

IntroducciónEn diciembre de 2016 se celebró el I Festival de Teatro Español de Atenas, un encuentro creado por iniciativa de Stylianos Rodarelis, investigador incansable entregado desde hace años a la difusión del teatro español contemporáneo. En este festival se quiso rendir homenaje a Federico García Lorca representando algunas de sus obras menos conocidas. Fue entonces cuando el dramaturgo Luis Fernando de Julián le hizo llegar La camisa de Lorca[1], pieza breve que finalmente se representó junto a otros dos textos breves del mismo autor: A dos metros y Todas se llaman Mónika[2]. Desde ese momento surgió una fuerte complicidad entre los dos que ha dado pie a nuevas colaboraciones. Para Luis Fernando de Julián “Styl tiene una idea muy clara del concepto de dramaturgia social y lucha por generarlo en su país. Creo que esto es lo que más nos ha acercado”[3]. El presente volumen está compuesto por cinco piezas breves: A dos metros[4], El perro de Habauc, ¿Y tú dónde vives?[5], Todas se llaman Mónika[6] y Sin nombre, apellidos ni pasado[7]; y dos obras extensas: Extremófilos[8] y El salto de las Tillandsias. Aunque se trata de piezas independientes en todas ellas subyace una constante, un imaginario común, porque al fin y al cabo, como asegura su autor, todas estas obras “han salido de mis manos, de mis preocupaciones, de mis retos”[9]. Las obras recogidas en este volumen son una buena muestra de la escritura dramática de Luis Fernando de Julián. Con ellas el lector conocerá la faceta más oscura de la naturaleza humana a través de relatos crudos, desgarradores, que le dejarán sin aliento. Pero también podrá sumergirse en escenas de gran belleza y gran calidad literaria. Las siete historias que contienen estas páginas ofrecen un retrato de la sociedad actual, de sus injusticias y sus perversiones, una materia oscura, terrible en ocasiones, de la que nuestro dramaturgo logra extraer luz con textos brillantes que han sido avalados por la crítica y el jurado de prestigiosos premios nacionales e internacionales. El fuerte compromiso social es una de las señas de identidad de los dramaturgos españoles llamados “emergentes”. Sus obras ponen voz a los marginados, a los excluidos, a los diferentes, a los que se “salen de la norma”. Pretenden, así, abrir los ojos a una sociedad que ignora, voluntaria o involuntariamente, muchas de estas lacras sociales. Como señala Mabel Brizuela (2016: 22) “tópicos como la violencia y la inmigración dan cuenta de una mirada trágica sobre el mundo contemporáneo” que es expresada con imágenes poéticas de gran belleza[10]. Muchos de estos jóvenes dramaturgos se sienten apelados por una sociedad marcada por la violencia en todos los sentidos, ya sea en la vida pública, el entorno familiar, las instituciones o a nivel internacional. El compromiso social de estos autores visibiliza todo tipo de injusticias como la desigualdad, la explotación, la represión, el racismo o la homofobia. En definitiva, se hacen eco de una violencia “que examinan con mirada lúcida y desapasionada, aunque inequívocamente comprometida” en palabras de Eduardo Pérez-Rasilla (2012: 6)[11]. En el teatro de Luis Fernando de Julián encontramos temas especialmente sensibles y que, por desgracia, siempre estarán de plena actualidad como la violencia de género (A dos metros), la represión de la mujer (Haram (Prohibido)), la inmigración y los refugiados (El salto de las Tillandsias, Sin nombre, apellidos ni pasado, Madre mar y El camino al otro lado), la corrupción (Todas se llaman Mónika), la visibilidad del colectivo LGTB (Extremófilos), la explotación infantil (Los Hilos o Made in), la presencia de niños en conflictos armados (Gabriel Niño Soldado), los campos de concentración nazis (Antes de que despierten los cuervos) y la indigencia (¿Y tú dónde vives?). Estos temas, en muchos casos relegados a la marginación, encuentran en el teatro la mejor vía para despertar conciencias. Como advierte Jerónimo López Mozo (2017) “lo que permite conocer la realidad del marginalismo es el arte” y muy especialmente el teatro porque “la ficción contada desde un escenario puede reflejar la realidad más profunda”[12]. 


 

Violencia de género: A dos metros


El compromiso social que caracteriza el teatro de Luis Fernando de Julián se torna especialmente crudo en la pieza breve A dos metros, un texto que aborda una de las peores lacras existentes: la violencia de género. El maltrato a la mujer es un mal endémico difícil de erradicar que a día de hoy sigue estando muy presente en todo el mundo hasta el punto de que organismos como la ONU califican la violencia machista de pandemia. Si bien en los últimos años se han realizado numerosas campañas para sensibilizar y concienciar a la sociedad española, los datos siguen siendo alarmantes. En España, entre 2004 y 2017, han muerto asesinadas 870 mujeres, 870 muertes por crímenes machistas[13]. No se incluyen en estos datos las denuncias por violaciones, agresiones y abuso sexual, lo que dibujaría un panorama aún más desolador. Como era de esperar el teatro se ha hecho eco de esta realidad y son muchos los dramaturgos y dramaturgas de reconocido prestigio que han querido ofrecer su particular visión del problema, entre ellos Antonio Buero Vallejo, Lauro Olmo, José Martín Recuerda, Fernando Arrabal, Francisco Nieva, Itziar Pascual, Gracia Morales, Jerónimo López Mozo, Angélica Liddell, Ernesto Caballero, Laila Ripoll, Sergi Belbel y Juan Mayorga. Para Raquel García-Pascual[14] (2012: 159) este elenco de autores (del que solo ofrecemos una pequeña muestra) nos permite afirmar “que nuestra escena está respondiendo a esta demanda de primera necesidad” con textos que retratan la autoanulación involuntaria de las opiniones, el deseo de defensa, la lucha por hacer justicia y el ansia de venganza de las víctimas frente al código de honra patriarcal y la objetualización de la mujer del que hacen gala los maltratadores. A dos metros es un grito “asfixiado, arrancado, invisible”, como el cuerpo de su protagonista. Ella podría ser cualquier mujer, de cualquier edad y profesión. Él, cualquier hombre que no denuncia a pesar de conocer las agresiones que sufre una mujer a manos de su pareja; de ahí el fuerte sentimiento de culpabilidad que se va a apoderar de él. Con estos nombres genéricos (Él, Ella) Luis Fernando de Julián busca “universalizar desde la intimidad”[15] y apelar directamente al lector/espectador para implicarle en un problema que va más allá de las fronteras de la ficción teatral y por el que toda la sociedad debe tomar partido. 


El drama de la inmigración: Sin nombre, apellidos ni pasado y El salto de las Tillandsias

 El investigador Eduardo Pérez-Rasilla (2012: 1)[16] ve en la nueva dramaturgia española “unas propuestas estética e ideológicamente comprometidas y audaces y teatralmente sólidas” que se alejan de las tendencias más convencionales “para buscar un teatro formalmente exigente y políticamente incómodo y crítico”. Como ya se ha señalado, conscientes de la violencia que caracteriza nuestro tiempo, los nuevos autores proyectan una imagen trágica del mundo. En este sentido el drama de la inmigración ocupa un lugar primordial. En los últimos años ha sido uno de los temas que más fuerza ha cobrado sobre las tablas de la mano de autores como Juan Alberto Salvatierra, Antonio de Paco, Alberto Conejero, Paco Becerra o Rosa Molero. A la hora de abordar el tema los dramaturgos coinciden en retratar la cara más amarga de la inmigración: la violencia como sistema, la frialdad con que los medios de comunicación abordan el problema, la insensibilidad de la sociedad actual y la inmovilidad de los gobiernos que, lamentablemente, poco o nada hacen por acabar con este drama. Asimismo, con estas obras se pretende romper “clichés” como el inmigrante delincuente o el inmigrante que no trabaja y se aprovecha del Estado, del mismo modo que el racista que los desprecia se revela como una persona egoísta, ignorante y sin principios. Luis Fernando de Julián ha dedicado varias obras a las distintas facetas de la inmigración: Madre mar[17], Pequeña mancha roja sobre fondo ocre, El camino al otro lado[18], Sin nombre, apellidos ni pasado[19] y El salto de las Tillandsias[20]. Las dos últimas se incluyen en esta publicación. La primera de ellas, Sin nombre, apellidos ni pasado, es un texto breve que da voz a un refugiado. Se nos revela su sufrimiento a través de una carta (medio siempre propicio para confesiones íntimas) con un mensaje muy claro, “necesitamos que resuenen las conciencias”, y qué mejor forma de hacerlo que poniendo frente a él a un hombre acomodado, con la vida resuelta, impasible ante un drama de estas características. De nuevo encontramos personajes con nombres genéricos (Mujer, Escritor, Refugiado) en un afán por despojarles de sus identidades individuales y universalizar el conflicto que aquí se plantea, un recurso que el dramaturgo justifica porque “como espectador o lector no me haría falta saber sus nombres porque lo que hacen/dicen ya tiene toda la carga dramática”[21]. La segunda obra sobre inmigración incluida en este volumen es El salto de las Tillandsias, una pieza de gran calidad literaria que combina un fuerte dramatismo con imágenes poéticas de gran belleza. El título hace referencia a las tillandsias, un tipo de plantas conocidas como las “plantas del aire”. Estas se adhieren a los árboles con sus raíces y, a través de sus hojas, captan los nutrientes y la humedad del aire. Nayia, la protagonista de nuestra historia, se comporta como una de ellas. La dura situación a la que se enfrenta como refugiada le empuja a hacer equilibrios en el aire soñando una vida mejor que no parece llegar nunca. Siente la necesidad de recuperar su identidad, lo primero que un refugiado pierde al llegar a tierra extranjera, una situación dolorosa que constantemente le hace pensar en rendirse, como unas “Tillandsias que se han dejado caer. Tan solo hay que soltarse… O tal vez saltar…”. Un canto desesperado a la esperanza que se alza como una de las mejores obras de Luis Fernando de Julián. 


Visibilizar la transexualidad: Extremófilos

Nuestro dramaturgo ha dedicado un espacio en su escritura a la temática LGTB. En línea con los temas ya descritos la transexualidad también forma parte del compromiso social del autor. Se trata de una realidad poco atendida que se caracteriza por sufrir una doble discriminación: por un lado, los transexuales son invisibles a los ojos de nuestra sociedad y, por otro, sufren discriminación dentro de los propios colectivos LGTB. A pesar de que este tipo de asociaciones trabaja por y para visibilizar la diversidad sexual, en su seno existen “jerarquías de poder” en las que los hombres gays se posicionan como los dominantes (por detrás estarían las lesbianas, los transexuales y los bisexuales). Los gays gozan de mayor visibilidad y aceptación social en comparación con el resto de colectivos a lo que cabe añadir el poder económico que ostentan en muchos casos gracias a un amplio tejido empresarial y de consumo que le ha merecido el nombre de “capitalismo rosa”. El llamado “fuego amigo” que sufren los transexuales dentro del colectivo LGTB, así como la falta de referentes de este colectivo en la sociedad, son factores que repercuten directamente en el teatro. Prueba de ello son los estudios realizados por el Grupo de Investigación del SELITEN@T que dan cuenta del peso que a día de hoy tiene el teatro de temática gay en España, muy superior en número si lo comparamos con el teatro de temática lésbica, bisexual y transexual[22]. Guillermo Laín Corona (2017), en su estudio sobre teatro transexual, describe esta situación como una “marginación dentro de la marginación” y observa dos tendencias en este tipo de teatro: por un lado, y en menor medida, están las obras dramáticas de carácter reivindicativo; por otro lado, y con un mayor número de obras, la transexualidad se presenta como una bufonada, una payasada (tómese como ejemplo Priscila Reina del Desierto. El Musical dirigido por Simon Phillips) que en nada ayuda a la normalización del colectivo. En este sentido Extremófilos es una importante aportación a la escena teatral LGTB dada la escasa presencia de este tipo de obras en nuestros escenarios. En ella el dramaturgo hace justicia social al colectivo transexual con un personaje (Gloria) que exterioriza sus miedos, dudas y frustraciones con total naturalidad, sin clichés ni estereotipos, consiguiendo acercar la realidad transexual al lector. Por otro lado, al igual que en otras obras ya mencionadas, los protagonistas de Extremófilos carecen de nombres. En su lugar encontramos los genéricos Él y Ella (más adelante el propio texto nos revelará que se trata de Oriol y Gloria). Lejos de querer universalizar la lucha por la identidad de género el dramaturgo ha recurrido a estos pronombres para “buscar una dicotomía constante entre los conceptos Él y Ella” que tanto significado cobra en un caso de transexualidad como el que aquí se nos presenta[23]. Este detalle solo podrá ser apreciado por el lector porque Él y Ella son didascalias y como consecuencia estas desaparecerán en la puesta en escena. Esto pone de relieve la importancia que nuestro dramaturgo concede a la lectura del teatro del que se confiesa un firme defensor. Lo mismo ocurre con los títulos que encabezan cada escena (Microorganismos de probeta, El Big Bang, Vórtice espacial sobre la cama, La fosa abisal, Yellowstone, Mapas, Álbum del viento, etc,) de los que el espectador no tendrá noticia alguna, solo el lector (a no ser que el director del montaje correspondiente lo indique de forma expresa). 

 

En línea con estas cuestiones hay otro aspecto lingüístico que nos interesa destacar. En Extremófilos el autor se sirve del lenguaje científico para describir las dificultades a las que se enfrenta Gloria en su lucha por conseguir un cambio de género. En esa encrucijada el amor es una pieza clave a la par que compleja como demuestra la difícil relación que mantiene con Oriol. Todos estos obstáculos son identificados por Gloria con los extremófilos, microorganismos capaces de vivir en condiciones extremas. Su capacidad de superviviencia y de adaptación a entornos hostiles sirven de inspiración a Gloria para reafirmarse en su particular lucha. Este tipo de vocabulario científico está presente en otras obras del autor como El salto de las Tillandsias, ya mencionada, o Sueropios, donde los propios personajes de la obra se llaman Salino y Glucosa[24]. Su presencia no solo se debe a necesidades lingüísticas del propio texto sino que forma parte de un sistema orgánico que subyace en la escritura dramática de Luis Fernando de Julián como explica el propio autor:

 


 

Introduzco estos términos científicos porque en mi construcción dramatúrgica sigo unos planteamientos que he ido construyendo a base de reflexionar sobre el hecho escénico. En este planteamiento hay un área que llamo superficie foliar y que está compuesta por varios elementos. Uno de esos elementos es lo desconocido, introducir algo que es desconocido para el lector/espectador. La ciencia y su lenguaje son un recurso agradecido para asegurar que este elemento está presente en la obra.

 

 

 

Los bajos fondos del poder: Todas se llaman Mónika

 

 

 

La corrupción y la prostitución también han sido retratadas por Luis Fernando de Julián en la pieza breve Todas se llaman Mónika, una suerte de thriller dramático magníficamente construido. Desde hace mucho tiempo la corrupción forma parte de nuestro imaginario colectivo. En los últimos años la sociedad española se ha visto desbordada por los casos de corrupción que, día tras día, ocupan la primera página de los medios de comunicación donde se da cuenta del fraude, blanqueo, falsificación y abuso de poder que muchos de nuestros políticos ejercen con total impunidad. De todo ello han tomado nota numerosos dramaturgos españoles como Fermín Cabal (Castillos en el aire), Javier García Yagüe, Juanma Romero y Qy Bazo (Nada que perder), Luis Felipe Blasco Vilches (El jurado), Juan Cavestany (El traje), Jordi Casanovas (Ruz-Bárcenas) e Ignasi Vidal (Dignidad) entre otros. La obra de Luis Fernando de Julián se adentra en las cloacas de la corrupción política a través de una prostituta que ha conocido de primera mano los bajos fondos del poder. Bajo una atmósfera de intriga y suspense su autor nos recuerda las vejaciones que sufren las prostitutas a manos de hombres sin escrúpulos. En este sentido cabe recordar que la prostitución es la forma de explotación más extendida y uno de los negocios más lucrativos del mundo, un tipo de violencia que ha sido recogida por numerosos dramaturgos españoles actuales como ha advertido Francisco Gutiérrez Carbajo (2017)[25], entre ellos Lourdes Ortiz, Pau Miró, Angélica Lidell, Paloma Pedrero, Raúl Hernández Garrido, Miguel Murillo, Juana Escabias, Francisco Morales Lomas y Miguel del Arco a los que cabe añadir ahora el nombre de Luis Fernando de Julián. 

 


 

El maltrato animal en nombre del Arte: El perro de Habauc

 

 

 

La pieza breve El perro de Habauc es un texto que se alza contra el maltrato animal cometido en nombre del Arte. La obra se inspira en una historia real protagonizada por Guillermo Vargas, un artista costarricense que en 2007 creó una instalación artística en una galería de Managua. La instalación consistía en mantener atado a un perro callejero durante varios días sin agua ni comida hasta su muerte. Guillermo Vargas reconoció a la prensa que con su acción solo perseguía la repercusión mediática. Si bien es cierto que el arte contemporáneo nunca ha estado exento de polémica, en el caso de Guillermo Vargas no podemos hablar de Arte sino de una acción sádica, provocadora y oportunista. Para la periodista Rosa Montero (2007) este caso roza “una de las fronteras de la civilidad del siglo XXI: la comprensión de nuestra continuidad orgánica con el resto de los animales, y la certidumbre de que no seremos capaces de respetarnos a nosotros mismos si no respetamos a los demás seres vivos”[26]. Este asesinato cometido en nombre del Arte y ante la pasividad de cientos de asistentes provocó la indignación de numerosas personas en todo el mundo, entre ellas nuestro autor que sintió la necesidad de volcar su rabia en este texto dramático. Su indignación es vertida en un lenguaje violento e incisivo repleto de onomatopeyas que hacen de esta pieza un interesante ejercicio dramático. Con El perro de Habauc Luis Fernando de Julián contribuye poderosamente a visibilizar el maltrato animal en el teatro contemporáneo, un tema apenas presente en los escenarios.

 


 

La indigencia: ¿Y tú dónde vives?

 

 

 

La fotografía, junto al teatro, es la otra gran pasión de Luis Fernando de Julián. Nuestro autor primero empezó a escribir y luego a fotografiar, sin embargo el diálogo entre ambas disciplinas es constante e intenso:

 


 

La fotografía me ha influido mucho más de lo que soy capaz de explicar. El desenfoque selectivo, el encuadre, dinamismo,  la composición, la luz como protagonista y no como auxiliar, la fuerza de la imagen fija que en teatro se traduce en la pausa... Son muchos conceptos que me han enriquecido a la hora de escribir teatro y supongo que el mismo teatro también ha enriquecido mi fotografía (empecé a “hacer teatro” antes que fotografiar). La fotografía a veces se cuela en mis obras. Creo que es imposible que las pasiones no se mezclen en algún momento... En otras ocasiones, una fotografía que he realizado me ha dado pie para escribir una obra como es el caso de ¿Y tú dónde vives?.  Cuando escribo veo imágenes concretas en mi cabeza y cuando fotografío veo ángulos desde donde se pueden iniciar historias. Como bien apuntas, la mirada de un fotógrafo y de un dramaturgo no tienen la misma sensibilidad. El primero tiene la rotundidad de la palabra y el peso de la acción, el segundo el impacto visual. Ojalá llegue a conjugar todo de una forma acertada...[27]. 

 

 

 

En su teatro la influencia de la fotografía se deja sentir a nivel dramatúrgico y estilístico. En algunas de sus obras esta aparece inserta en el propio argumento de la pieza como profesión o afición de sus personajes (como ocurre con Gloria, la protagonista de Extremófilos, o el personaje ausente de ¿Y tú dónde vives?). En otras ocasiones la fotografía está presente a nivel estilístico, en la propia construcción textual, como ocurre en las acotaciones de sus textos donde está muy presente la mirada del fotógrafo (su sensibilidad estética) con indicaciones que revelan un gusto por una puesta en escena muy cuidada, casi concebida con un carácter fotográfico. Pero también una fotografía puede ser el comienzo de una historia. Es lo que ocurrió con la pieza breve ¿Y tú dónde vives?. Nuestro autor fotografió los cartones que servían de refugio a un mendigo y a partir de esa imagen decidió crear un monólogo sobre esta lacra social. El dramaturgo asegura que en sus historias no hay elementos autobiográficos[28] pero no cabe duda de que detrás de cada historia hay una implicación personal en tanto en cuanto se ve “obligado” a escribir sobre aquello que le sobrecoge, le indigna o le emociona. La indigencia, a diferencia de los temas tratados, es uno de los marginalismos más visibles y a la vez más ignorados de la época contemporánea. Desde que estallara la crisis económica en 2008 la presencia de indigentes ha aumentado en nuestras calles, no así nuestra conciencia sobre el problema. Resulta tan habitual encontrar mendigos en nuestra vida diaria que nos hemos acostumbrado a su presencia, casi como si fueran objetos, seres inertes, que han pasado a formar parte del paisaje. En ¿Y tú dónde vives? se nos plantean preguntas que todos hemos pensado sobre estas personas anónimas a las que hemos despojado, incluso, de su condición humana: “¿Qué aspecto tiene el ser que hay debajo?” o “Por qué el ser del que solo puedo ver sus pies, todavía humanos, ha llegado a esta situación?” 

 

Para Jean-Paul Sartre (2003: 318) por medio de la literatura (e igualmente del teatro) “la colectividad pasa a la reflexión y a la mediación y adquiere una conciencia turbada y una imagen desequilibrada de sí misma que trata sin tregua de modificar y mejorar”[29]. Tal es el efecto que los textos de Luis Fernando de Julián provocan sobre su receptor. Todas las obras que recoge este volumen conforman un mosaico del mundo presente, con sus luces y sus sombras, donde la violencia y la injusticia no están reñidas con la poesía. El teatro de Luis Fernando de Julián es en sí mismo testimonio y denuncia del aquí y el ahora, un compromiso social que estalla sobre el papel y pone ante nuestros ojos realidades incómodas que no podemos ignorar y por las que, antes o después, tendremos que responder. Así lo afirma el propio dramaturgo: “Escribo esa parte cruda que nadie quiere consumir y que sin embargo da identidad. Detesto el teatro papilla y precocinado que no hace pensar ni reflexionar al espectador. Escribo crudo, porque la crudeza nos rodea aunque no interese que la veamos”[30]. 

 


 


 


 


 

 



  
 

[1] En 2014 La camisa de Lorca obtuvo el I Premio de Textos de Teatro Breve Carro de Baco.

   

   

[3] Extracto de la entrevista personal concedida por Luis Fernando de Julián en octubre de 2017.

   

[4] Obra inédita en España. 

   

[5] ¿Y tú dónde vives? se representó en 2016 en el XXI Maratón de Monólogos organizado por la AAT (Asociación de Autores de Teatro) en colaboración con la fundación SGAE. El monólogo se presentó con dirección de Juana Escabias e interpretación de Laura Cepeda.

   

[6] Todas se llaman Mónika obtuvo el I Premio del VI Concurso Internacional Villa de Hecho (Aragón).

   

[7] Sin nombre, apellidos ni pasado ganó el XVII Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero en 2016.

   

[8] Extremófilos ganó en 2015 el XVIII Premio Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik.

   

[9] Extracto de la entrevista personal concedida por Luis Fernando de Julián en octubre de 2017.

   

[10] Mabel Brizuela, “La renovación incesante”. En Análisis de la dramaturgia española actual, J. L. García Barrientos (dir.), pp. 15-22. Madrid, Ediciones Antígona, 2016.

   

[11] Eduardo Pérez-Rasilla, “Notas sobre la dramaturgia emergente en España”, Don Galán. Revista de Investigación Teatral, 2012, nº2, pp. 1-6. Disponible en http://teatro.es/contenidos/donGalan/donGalanNum2/pagina.php?vol=2&doc=1_6.


[12] Jerónimo López Mozo, “La voz de los marginados en el teatro español del siglo XXI”. Conferencia pronunciada en el XXVI Seminario Internacional del Centro de Investigación de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías (SELITEN@T) de la UNED dirigido por el profesor José Romera Castillo. El seminario se celebró los días 28, 29 y 30 de junio de 2017 y estuvo dedicado a Teatro y marginalismos por sexo, raza e ideología en los inicios del siglo XXI. Conferencia disponible en https://canal.uned.es/mmobj/index/id/57933.

[13] Datos oficiales ofrecidos por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género de España.

   

[14] Raquel García-Pascual, “Violencia de género en el teatro de autoría masculina. Proyecto de repertorio escénico en lengua española (siglos XX y XXI)”. En I Congreso Internacional de Comunicación y GéneroJ. C. Suárez Villegas, I. H. Liberia Vayá, B. Zurbano-Berenguer (coords.), pp. 158-175. Sevilla, Universidad de Sevilla, 2012.

[15] Extracto de la entrevista personal concedida por el dramaturgo en octubre de 2017.

   

[16] Eduardo Pérez-Rasilla, “Notas sobre la dramaturgia emergente en España”, Don Galán. Revista de Investigación Teatral, 2012, nº2, pp. 1-6. Disponible en http://teatro.es/contenidos/donGalan/donGalanNum2/pagina.php?vol=2&doc=1_6.

[17] En 2016 Madre mar obtuvo el Accésit III Premio de Textos de Teatro Breve Carro de Baco.

   

[18] Obra inédita escrita en 2016.

   

[19] Sin nombre, apellidos ni pasado ganó el XVII Premio de Teatro Mínimo Rafael Guerrero en 2016.

   

[20] Obra escrita en 2017, estrenada en el II Festival de Teatro Español de Atenas (2017). 

   

[21] Extracto de la entrevista personal concedida por el dramaturgo en octubre de 2017.

   

[22] Los trabajos que componen este estudio son “Sobre puestas en escena de teatro gay (2000-2017)” de Miguel Ángel Jiménez Aguilar y Juan Carlos Romero Molina, “Sobre puestas en escena de teatro lésbico (2000-2017)” de Olivia Nieto Yusta y Alicia Casado Vegas y “Aproximación al teatro trans y bi en la escena de Madrid (2000-2017)” de Guillermo Laín Corona. Estos estudios se insertan en el XXVI Seminario Internacional del SELITEN@T Teatro y marginalismos por sexo, raza e ideología en los inicios del siglo XXI, dirigido por José Romera Castillo, celebrado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España los días 28, 29 y 30 de junio de 2017. En 2018 se publicarán las actas del seminario. Pueden visualizarse estas intervenciones en CANAL UNED https://canal.uned.es/.

[23] Extracto de la misma entrevista personal realizada en 2017.

   

[24] Sueropios está recogido en el V volumen de la colección  El tamaño no importa: textos breves de aquí y de ahora, editado por la Asociación de Autores de Teatro y la Editorial Antígona, publicado en 2015.

   

[25] Francisco Gutiérrez Carbajo, “La prostitución en algunas obras teatrales actuales”. Conferencia pronunciada en el XXVI Seminario Internacional del Centro de Investigación de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías (SELITEN@T) de la UNED dirigido por el profesor José Romera Castillo. El seminario se celebró los días 28, 29 y 30 de junio de 2017 y estuvo dedicado a Teatro y marginalismos por sexo, raza e ideología en los inicios del siglo XXI. Conferencia disponible en https://canal.uned.es/mmobj/index/id/57975.


[26] Rosa Montero, “Respeto”, El País, 16/10/2007, disponible en línea: https://elpais.com/diario/2007/10/16/ultima/1192485602_850215.html

[27] Fragmento de la entrevista personal concedida por el autor en octubre de 2017.

   

[28] “Escribo sobre otros, eso deja fuera las experiencias personales. En cambio testimonios y noticias son fuentes que utilizo aunque tiendo a mezclarlas bastante; lo que significa que ficciono cosas reales”. Extracto de la entrevista personal concedida por Luis Fernando de Julián en octubre de 2017.

   

[29] Jean-Paul Sartre, ¿Qué es la literatura?, Oviedo, Editorial Losada, 2003, p.318. 

   

[30] Extracto de la entrevista personal realizada al autor en 2017.

   

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